La breva siempre ha sido un cultivo complejo por la aleatoriedad del mismo. Años con algo de cosecha o años con ninguna. Todo ello ha generado un gran atractivo; un producto con alta demanda, buen precio por su escasa oferta pero difícil de lograr un rendimiento adecuado en kg/ha, y he ahí la cuestión ¿podemos influir de alguna manera en la fijación de la misma y así mejorar su producción?
Como sabemos, la breva se produce en la madera del año anterior y su producción depende de dos factores principales: la formación de yemas quiescentes que den fruto en la siguiente primavera y la fijación de la misma superando la caída fisiológica (Foto 1), que se suele producir habitualmente.
Pero, volvamos un poco al pasado…
En el siglo XVII, en Francia, bajo el reinado de Luis XIV, debido a su especial predilección por los frutos de la higuera, el rey auspicia el desarrollo de estrategias por parte de su maestro jardinero, Jean de la Quintinie, para tal fin, y este inicia un gran trabajo no sólo en este cultivo sino en todos los que se producen en el denominado “Huerto del Rey” en Versailles, una extensión de aproximadamente 9 hectáreas de cultivo de frutas y hortalizas de consumo exclusivo por la familia real.
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