Editorial Agrícola
Economía

Vinos de Castilla-La Mancha, avanzando en la senda de la calidad

27/10/2022

Por Caridad Calero. Redacción

Castilla-La Mancha es la región vitivinícola que posee mayor superficie de viñedo del mundo, un cultivo que además “vertebra” la región por su gran importancia a nivel económico, social, territorial y ambiental. Esta región lleva mucho tiempo apostando por la calidad recurriendo a herramientas como la reestructuración del viñedo, que permita adaptarse a la demanda y a los nuevos gustos del consumidor, acompañada del fomento de unas figuras de calidad ampliamente reconocidas e inmersas en una mejora continua. Gracias a esta apuesta cada vez más vinos castellanomanchegos ganan cuota de mercado internacional, al ser capaces de ofrecer calidad con un precio ajustado a su coste de producción.


El cuidado de la viña para la elaboración de vino forma parte de la historia de la región de Castilla-La Mancha, que cuenta con el viñedo de mayor dimensión de España e incluso de la Unión Europea. Esta región ostenta también el liderazgo en producción de vino y mosto y en el número de bodegas cooperativas encargadas de la transformación de la uva.

El viñedo por tanto tiene un gran peso socioeconómico a nivel regional: además de suponer un 5% del Producto Interior Bruto de la comunidad autónoma, constituye el medio de vida para más de 80.000 viticultores. El sector vitivinícola resulta por tanto un eje básico en la lucha contra el despoblamiento rural en las comarcas donde la presencia del viñedo es agronómica y económicamente viable.

Radiografía del viñedo castellanomanchego

Hay quien dice que esta región es “la bodega del mundo” y realmente no es una exageración. A nivel nacional, más de 450.000 hectáreas de viñedo colocan a Castilla-La Mancha a la cabeza en cuanto a extensión. Además, cuenta con 478 operadores vinícolas radicados en esta comunidad, cuya producción media de vino es de 21,6 millones de hectolitros y elaboran vinos que llegan ya a 150 países del mundo.

Curiosamente la superficie dedicada al viñedo en Castilla-La Mancha ha descendido notablemente, en torno al 17%, en los últimos 10 años. A la vez, la explotación vitícola media ha experimentado cierto crecimiento desde hace más de 15 años, pasando de las 5 a las 5,8 hectáreas. Ambos datos, aparentemente contradictorios, se explican en la tendencia al abandono de pequeñas explotaciones o su adquisición por otros propietarios, junto con un cambio de mentalidad que comienza a primar la calidad frente a la cantidad.

El sistema de conducción de las viñas más utilizado sigue siendo el vaso tradicional, aunque a lo largo de los últimos diez años ha aumentado notablemente la viña en espaldera en todas las provincias. Así, la combinación más extendida en cuanto a sistemas de cultivo son las formas libres en secano (54%) seguidas de las espalderas con riego de apoyo (26%), espalderas en secano (14%) y vasos con riego de apoyo (6%). Respecto al material vegetal empleado, se dan diversas combinaciones variedad- patrón en las que se integran diversas aptitudes, productividades e intereses comerciales que permitan elaborar vinos y productos vitivinícolas capaces de satisfacer distintos mercados. Se podría decir que se utilizan cuatro variedades principales - Airén (46%), Cencibel/Tempranillo (16%), Bobal (8%) y Garnachas (9%)- y cuatro patrones. Airén es la variedad más característica de la región; considerada la uva de vinificación granelista por excelencia está muy vinculada a la producción cooperativa regional.

Los rendimientos por hectárea están muy por debajo de la media del resto de regiones competidoras, tanto de otros países europeos como de los llamados emergentes. Sin embargo, esto encaja con los retos que se plantea actualmente la Consejería de Agricultura y que empieza a calar poco a poco en el sector: lograr mejores calidades y fortalecer sus estructuras productivas y comerciales.

La importancia de las cooperativas en el sector vitivinícola en Castilla-La Mancha

El cooperativismo agrario tiene en general un importante papel en el medio rural tanto a nivel social como económico y ha experimentado un importante desarrollo empresarial, demostrando una gran capacidad de resiliencia en periodos de crisis. Las cooperativas dedicadas al vino en esta comunidad autónoma son un buen ejemplo de ello, ya que abarcan el 67,5 % de la superficie de viñedo y producen más del 70% del vino de la región.

En Castilla-La Mancha, del total de 484 bodegas, 197 pertenecen a cooperativas, de las que dependen más de 7.000 familias. Sin embargo, atendiendo a su tamaño y capacidad económica existe cierta asimetría, ya que se observan dos tipos principales: unas pocas cooperativas grandes que concentran un tercio de la facturación y el resto de pequeño tamaño. Dadas las ventajas que supone la integración cooperativa en el progreso económico de estas entidades y su entorno socioeconómico, la administración en Castilla-La Mancha lleva varios años impulsándola, y aunque todavía hay mucho trabajo por delante, comienza a verse un aumento de uniones con perfil comercial.

Del granel a la botella

El sector vitivinícola en Castilla-La Mancha parte de una situación en la que las grandes empresas y bodegas, tanto particulares como cooperativas, han mantenido una importante cuota en el mercado mundial en la gama más baja en precio, gracias a la puesta en marcha diversas estrategias de éxito y la ventaja competitiva que supone tener los menores costes del mercado internacional.

Este hecho plantea el problema de que las ventas basadas en productos con bajo valor añadido ponen en peligro la viabilidad económica de los viticultores, el eslabón más débil de la cadena que a veces se encuentra con campañas en las que difícilmente cubre los costes de producción. Una dinámica de precios bajos que a veces fuerza al viticultor, primer eslabón de la cadena, a priorizar la cantidad.

Pero para obtener mejores precios en el mercado y ser capaces así de pagar la uva en función de su calidad es necesario trabajar también en las estructuras encargadas de vender el vino. Así, para promover una oferta concentrada y fuerte, en Castilla-La Mancha se ha creado la figura de la EAPIR (Entidad Asociativa Prioritaria de Interés Regional). Este tipo de entidad se reconoce en función de su volumen de ventas y responde al objetivo de crear operadores capaces de concentrar grandes producciones y así tener “un mayor poder de negociación en un mercado en el que los clientes son pocos y los productores muchos” tal como ha afirmado Elena Escobar, directora general de Alimentación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Las EAPIR tienen mayores posibilidades de mejorar sus estructuras de transformación y comercialización, de diversificar su producción y adaptar parte o toda ella a lo exigido en los pliegos de condiciones de indicaciones geográficas de calidad. Este aumento en su capacidad operativa les permite obtener un mayor valor añadido en las ventas de un producto diferenciado.

En definitiva, la apuesta es seguir siendo capaces de vender mucho, pero elevando el valor añadido, y eso en el mundo del vino se consigue fundamentalmente a través del embotellado.

Las plantaciones de más de 30 años de edad, consideradas viñas viejas, tienen un valor excepcional tanto medioambiental como agronómico. Estas viñas tienen un buen potencial para obtener vinos de alta gama siempre y cuando se realice un manejo exquisito de las vides.

La Ley de la Viña y del Vino, una nueva y valiosa herramienta

Tras analizar la situación existente, el Plan Estratégico del sector vitivinícola de Castilla-La Mancha elaborado en 2019, puso de manifiesto la necesidad de una normativa que permitiera garantizar su futuro a medio y largo plazo.

Así, el pasado 29 de julio se aprobó una nueva Ley de la viña y el vino (la anterior fue derogada casi completamente en 2013) que busca “defender los intereses del sector más representativo de nuestra tierra”, según el consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo.

Desde el punto de vista enológico hay varias novedades a reseñar: la autorización de nuevas variedades de vid en Castilla-La Mancha, una nueva regulación de prácticas enológicas experimentales que permitirá elaborar nuevos productos, nuevas menciones en el etiquetado (como topónimos de mayor o menor ámbito que la indicación geográfica donde se encuentre la bodega) y la distinción de “vinos de finca”. Esta distinción, que se incluye por primera vez en España en una normativa, permitirá elaborar el vino con cepas de una bodega dentro de la misma denominación de origen, incluyendo este concepto y el de la DOP en el etiquetado.

En la misma línea de aportar valor añadido al producto, la nueva Ley apuesta por la digitalización del sector. Así, mediante la tecnología Blockchain se podrá identificar el vino desde su origen hasta que llega al consumidor a través de un código QR.

Esta Ley impulsa la creación de una interprofesional del vino regional a petición del propio sector, para evitar muchos de los problemas que surgen en la vendimia. Una vendimia que, según fuentes del sector, ha resultado más corta, con menos cantidad, pero la uva que ha entrado en bodega sana, con calidad, lo cual permitirá elaborar excelentes vinos. Un buen comienzo para esta nueva ley que justo ha entrado en vigor en esta campaña de 2022.

El viñedo y el vino como recurso turístico y gastronómico

El viñedo supone una parte importante del paisaje y la cultura de Castilla -La Mancha. Junto con las bodegas encargadas de la elaboración del vino, constituyen un importante patrimonio que además funciona como recurso turístico de alto valor añadido, cada vez más demandado gracias a la popularidad que desde hace tiempo disfruta la gastronomía.

En esta región se producen vinos de gran calidad, con 21 Denominaciones de Origen (dos más en tramitación), de las cuales 12 son vinos de Pago y la IGP “Tierra de Castilla”. Este “tesoro”, en palabras de la directora general de Alimentación, Elena Escobar, “tiene que ser puesto en valor, y para ello es importante estar presente en las cartas de los restaurantes tanto dentro como fuera de la región”. Y es que la simple presencia de vinos castellanomanchegos en la carta de un restaurante ya es percibida como un indicio de calidad por un consumidor acostumbrado a encontrar únicamente vinos de otras procedencias.

Así, recientemente se presentó el programa de promoción de los vinos de Castilla-La Mancha, cuyo objetivo es aumentar la presencia de sus caldos en las cartas de los restaurantes.

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