Porque Castilla-La Mancha acoge, en la actualidad, una asombrosa diversidad de caldos de gran aptitud. Bajo la marca de garantía Campo y Alma, que permite identificar los productos agroalimentarios que se producen, elaboran o transforman en el territorio de esta Comunidad Autónoma y que están acogidos a un sello de calidad, encontramos diez vinos con denominación de origen protegida (DOP), 14 DOP de Vinos de Pago y una Indicación Geográfica Protegida (IGP); una amplia gama de opciones para que elijas la que más te seduzca.
Vinos con DOP
Antes de adentrarnos en las características de los principales tipos de vino, es necesario entender las categorías de los distintos sellos de calidad. En primer lugar, la Denominación de Origen Protegida, el sello de mayor prestigio. Este marchamo garantiza que el vino nació, se elaboró y embotelló en una región específica, siguiendo normas estrictas. Las diez de Castilla-La Mancha, sumadas a los 14 Vinos de Pago, la convierten en la región con más DO vínicas reconocidas por la Unión Europea.
Así, se puede disfrutar de la DOP Almansa, en la frontera con la Comunitat Valenciana, donde reina la garnacha tintorera, única por su pulpa tintada y cuyos vinos son intensos, de color rojo picota y aromas frutales potentes; la DOP Campo de Calatrava, singular por sus suelos volcánicos en Ciudad Real, lo que confiere a sus vinos aromas primarios muy marcados, tanto en blancos como en tintos; la DOP Jumilla, compartida con la Región de Murcia, que destaca por la monastrell (70% del viñedo) y con unos tintos expresivos, con reminiscencias a frutos negros y gran estructura. Los blancos, afrutados y equilibrados; la DOP La Mancha, la zona vitivinícola más extensa del mundo, que da vinos versátiles y accesibles, con la blanca airén como variedad emblemática para vinos jóvenes y aromáticos; la DOP Manchuela, tierra de variedad bobal, ideal para rosados afrutados y tintos de crianza con personalidad. Sus blancos de macabeo son frescos y elegantes; la DOP Méntrida, al pie de la Sierra de Gredos, donde la garnacha produce caldos finos, suaves y aromáticos, con un carácter fresco y mineral; la DOP Mondéjar, en Guadalajara, elabora vinos donde la tempranillo o cencibel aporta notas de fruta del bosque y la malvar da blancos aromáticos y frescos; la DOP Ribera del Júcar, en Cuenca, donde predominan bobal y tempranillo, entre otras, para tintos robustos y rosados frescos, con blancos de moscatel de grano menudo y pardilla; la DOP Uclés, a caballo entre Cuenca y Toledo, que ofrece una amplia gama de estilos, desde blancos jóvenes de verdejo hasta tintos modernos de tempranillo y cabernet; y la DOP Valdepeñas, donde tradición y calidad se dan la mano a partir de una gran variedad de uvas. Su cencibel-tempranillo produce tintos afrutados y estructurados, desde jóvenes hasta grandes reservas.
IGP Vinos de la Tierra de Castilla
Otro de los principales sellos de calidad es la Indicación Geográfica Protegida. Esta distinción nos indica que el producto es originario de una región, de un lugar determinado o de un país y que posee una cualidad determinada que pueda atribuirse a dicho origen geográfico, tal y como se explica desde Campo y Alma.
Castilla-La Mancha cuenta con una Indicación Geográfica Protegida vitivinícola denominada Vinos de la Tierra de Castilla, que ampara vinos elaborados en toda la zona geográfica de la región, más de seiscientas marcas comercializadas en total. Se trata de vinos que han cosechado una magnífica consideración, tanto los elaborados con uvas de variedades autóctonas como los que utilizan uvas foráneas que se han aclimatado de forma excepcional.
En esta IGP predominan los vinos tintos, seguidos de los blancos y rosados; todo ellos, elaborados bajo normas que garantizan su calidad y autenticidad. Los Vinos de la Tierra de Castilla ofrecen una garantía de procedencia y calidad, reflejando la tradición de la CC. AA.
Destaca la gran riqueza varietal: entre las uvas blancas se incluyen airén, albillo real, chardonnay, gewürztraminer, macabeo, malvar, malvasía aromática, marisancho, merseguera, moscatel de grano menudo, moscatel de Alejandría, parellada, pedro ximénez, riesling, sauvignon blanc, torrontés, verdejo, verdoncho y viognier.
Los vinos tintos se elaboran con una amplia gama de uvas como bobal, cabernet sauvignon, cabernet franc, coloraíllo, forcallat tinta, garnacha tinta, garnacha tintorera, graciano, malbec, mazuela, mencía, merlot, monastrell, moravia agria, moravia dulce, petit verdot, pinot noir, prieto picudo, rojal tinta, syrah, tempranillo, tinto de la pámpana blanca y tinto velasco.
Vinos de Pago
Un tercer sello de calidad vitivinícola en Castilla-La Mancha es el de los vinos de pago, denominaciones de origen de vinos de calidad reconocida producidos en pagos vitícolas determinados de esta CC. AA. “De esta manera”, explican en Campo y Alma, “una finca con sus viñas y su bodega correspondiente, siempre y cuando cumplan una serie de requisitos muy estrictos, podrán ser una denominación de origen en sí misma”.
Así, es posible que un lugar o pago vitícola, por las características del medio natural, por las variedades de vid y sistemas de cultivo, produzca uva de la que se obtengan vinos de calidades distintas y propias mediante modalidades específicas de elaboración y se reconozca como DO.
Los catorce Vinos de Pago de Castilla- La Mancha son Calzadilla, Dehesa del Carrizal, Dominio de Valdepusa, Finca Élez, Los Cerrillos, Campo de la Guardia, Casa del Blanco, Pago de La Jaraba, Pago del Vicario, Pago Florentino, Pago Guijoso, Río Negro, Rosalejo y Vallegarcía.
En definitiva, en cuestión de vino, Castilla-La Mancha no es solo sinónimo de cantidad; es un universo de calidad y diversidad avalado por unas figuras —DOP, IGP y Vinos de Pago— que no son solo etiquetas, sino la garantía de un origen, un método y un nivel de excelencia que hacen que cada elección sea segura.
*En la imagen, viticultor en un viñedo de uva bobal perteneciente a la DOP Ribera del Júcar (www.vinosriberadeljucar.com)