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Principales plagas y enfermedades del cultivo de la cebolla en Castilla-La Mancha

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SANIDAD Y NUTRICIÓN

10/10/2020

9 minutos en leer

Para mantener un buen estado sanitario del cultivo de la cebolla es muy importante conocer sus principales plagas y enfermedades, así como realizar un diagnóstico riguroso. A continuación se describen las principales plagas y enfermedades del cultivo en Castilla-La Mancha.

Plagas del cultivo de la cebolla

  • Trips de la cebolla (Thrips tabaci)

Thrips tabaci es un insecto que apenas alcanza 1 mm de longitud, con coloraciones oscuras en invierno y más claras en verano. Las larvas son inicialmente blanquecinas, adquiriendo coloración amarillenta a medida que se desarrollan (Figura 1).


Esta plaga causa daños directos debido a la alimentación de larvas y adultos, y como consecuencia del ataque, en las hojas se observan placas decoloradas (Figura 1). Si el órgano afectado es joven se observan hojas deformadas o retorcidas, llegando a causar una disminución del calibre comercial y, por tanto, una pérdida de producción.

El trips de la cebolla también puede causar importantes daños indirectos como transmisor del virus Iris Yellow Spot Virus (IYSV) (Figura 7).

Esta plaga causa mayores daños en tiempo cálido y seco, mientras que el riego por aspersión y la lluvia reduce sus poblaciones.

El trips de la cebolla requiere con frecuencia intervenciones especí­ficas para su control; los umbrales de tratamiento varían entre 15 y 35 trips por planta. Se deben utilizar los productos químicos autorizados en cebolla contra trips, según el Registro de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura, siendo recomendable alternarlos para evitar resistencias.

Durante los tratamientos es importante que el producto llegue a la base de la planta desde donde emergen las hojas, zona donde la mayoría de trips se encuentran; esto se puede lograr usando aplicaciones de alta presión y volúmenes de agua grandes en las aplicaciones (600- 800 litros ha-1).

  • Mosca de la cebolla (Phorbia antiqua)

Los adultos aparecen en abril y mayo, y efectúan la puesta, dejando los huevos entre el cuello de la planta y la tierra; una vez nacida la larva, penetra en los brotes foliares o en la base de las raíces y cuando alcanza el máximo desarrollo se entierra en el suelo para transformarse en pupa. Pueden sucederse de 2 a 5 generaciones, que se solapan entre ellas. Las plantas afectadas pierden turgencia, amarillean y retrasan su crecimiento hasta marchitarse (Figura 2).


Es una plaga relacionada con estercolados recientes o abonados en verde. Para su control es conveniente cambiar de cultivo, en suelos infectados, al menos durante 2 años y destruir restos afectados. La materia orgánica que se aporte debe estar descompuesta o se debe facilitar mediante labores su descomposición. Asimismo, es aconsejable realizar laboreo del suelo para que las pupas queden expuestas.

Para el control químico se aconseja colocar trampas de capturas adhesivas con feromonas, si ha habido daños en cultivos anteriores, y tratar si se detectan adultos.

En el Registro de Productos Fitosanitarios aparecen materias activas registradas contra dípteros y moscas. Existen ensayos en producción ecológica con resultados satisfactorios.

Enfermedades del cultivo de la cebolla

  • Mildiu de la cebolla (Peronospora destructor)

Los primeros síntomas de este hongo pueden pasar desapercibidos; consisten en manchas irregulares de tamaño y forma (de ovales a cilíndricas), de coloración verde clara, amarillenta o marrón y que aparecen sobre las hojas más viejas. Si las condiciones climáticas son favorables sobre las zonas afectadas se observa una especie de polvillo gris claro que posteriormente toma coloración violácea (Figura 3).


Como consecuencia del ataque, se puede llegar a perder casi toda la superficie foliar y, por tanto, la producción, en el curso de cuatro ciclos de infección. El hongo inverna en los restos del cultivo. Para iniciar la infección se necesitan temperaturas frescas (menos de 22ºC) y lluvia, rocío o humedad relativa superior al 95%. Unas pocas horas de tiempo seco y soleado impiden el avance de la enfermedad, siendo la temperatura óptima de crecimiento entre 11 y 13ºC. Como medidas de control preventivo, en parcelas atacadas, no deberían cultivarse especies del género Allium en los siguientes 3 ó 4 años, eliminando los restos de cultivos infectados. Las parcelas seleccionadas para el cultivo deben tener un buen drenaje, con líneas del cultivo en la dirección de los vientos dominantes. Se deben evitar elevadas densidades de plantación y excesos de nitrógeno.

El control de esta enfermedad puede llevarse a cabo mediante tratamientos químicos con productos incluidos en el Registro de Productos Fitosanitarios. Algunos de los productos autorizados, además del efecto preventivo, pueden moverse dentro de la planta y tienen propiedades curativas.

Si las condiciones son favorables para el mildiu, el control de esta enfermedad es extraordinariamente difícil. No obstante, en situaciones normales de ataque se pueden lograr resultados muy satisfactorios mediante control químico, teniendo en cuenta las condiciones climáticas y con una atenta observación de las plantas para detectar los primeros síntomas.

  • Alternaria porri

Inicialmente aparecen manchas pequeñas (2-3 mm) en hojas, en las que rápidamente se desarrollan centros blancos; conforme las lesiones crecen se observan líneas concéntricas y coloraciones marrones o moradas. Este hongo puede invadir el cuello de la planta y asimismo causar daños en poscosecha (Figura 4).


La esporulación de este hongo tiene lugar tras una alternancia de periodos de baja y elevada humedad relativa. La temperatura óptima es de 25ºC y por debajo de 13ºC no se produce crecimiento del hongo. Alternaria porri sobrevive en restos del cultivo.

Se han detectado diferencias en susceptibilidad a esta enfermedad entre variedades. Como medidas de control se recomienda realizar rotaciones de cultivo largas con especies no susceptibles. Asimismo, se aconseja llevar a cabo prácticas agronómicas para reducir el tiempo en el cual las hojas se encuentran húmedas, como por ejemplo aumentar el drenaje del suelo y reducir la densidad de plantación. Para el control químico existen varias materias activas registradas.

  • Stemphylium vesicarium

Este hongo produce manchas pequeñas de color amarillo pálido a marronáceo, con aspecto húmedo; posteriormente, estas manchas suelen tener forma alargada, llegando a alcanzar los extremos de las hojas. Frecuentemente, las manchas pequeñas se unen formando manchas mayores que pueden llegar a destruir la hoja. Asimismo, en algunos casos se han detectado manchas de color morado, similares a las causadas por Alternaria porri. Las manchas presentan coloraciones oscuras en el centro, debido a la presencia de esporas (Figura 5).


Este patógeno invade tejidos foliares decadentes (extremos secos, lesiones de Alternaria y mildiu, tejidos dañados por otras causas, etc.), pero también puede por sí mismo causar enfermedad. Se han detectado ataques asociados al trips de la cebolla (Thrips tabaci).

Las condiciones que favorecen el ataque de este hongo son presencia de hojas mojadas por lluvia, rocío o incluso riego por aspersión, seguido de ambiente seco con temperaturas entre 18 y 26ºC. Para el tratamiento químico existen formulados en el Registro de Productos Fitosanitarios.

  • Fusarium spp.

Varias especies de Fusarium pueden causar podredumbre basal en cebolla (F. avenaceum, F. oxysporum f. sp. cepae, F. proliferatum, F. redolens, F. solani, etc.) (Figura 6). Sin embargo, hay que tener en cuenta que Fusarium es un género de hongos que pueden ser patógenos (que atacan a tejidos vegetales vivos) o saprofitos (que atacan a tejidos vegetales afectados por otras causas).


Para el control de F. oxysporum f. sp. cepae, el hongo más frecuentemente asociado con la podredumbre basal de cebolla, se aconseja llevar a cabo rotaciones de cultivo durante 4 años o más, así como utilizar variedades de cebolla resistentes a la enfermedad. Asimismo, es aconsejable evitar daños a las raíces o a la base del bulbo por otras causas (mosca de la cebolla, ácaro del bulbo, etc.).

En el Registro de Productos Fitosanitarios no aparecen materias activas registradas contra Fusarium en cebolla. Hay que tener en cuenta la dificultad del control químico de las enfermedades del suelo.

  • Iris Yellow Spot Virus (IYSV)

La presencia de este virus fue confirmada en España en 2005. Este virus causa importantes pérdidas de producción en todo el mundo. En las hojas afectadas se observan manchas o lesiones de color claro, secas, de forma irregular, así como marchitamiento foliar que se inicia por el extremo; como consecuencia, se reduce la capacidad fotosintética de la planta y el tamaño del bulbo (Figura 7).


Se transmite por el trips de la cebolla (Thrips tabaci). Los trips adquieren el virus de plantas enfermas, transmitiéndolo después a plantas sanas. Asimismo, el virus se puede quedar en las parcelas en restos del cultivo de cebolla y en plantas espontáneas.

Según observaciones del SEDAF (ITAP), la medida de control más importante en parcelas de trasplante es la utilización de plantas sanas. Además, se aconseja eliminar las plantas espontáneas y restos del cultivo en parcelas infectadas. Entre variedades existen diferencias en la resistencia o tolerancia a este virus, así como a su trips transmisor. La incidencia de este virus se reduce con densidades de plantación elevadas y uniformes. Asimismo, es aconsejable mantener las plantas vigorosas, puesto que se reduce la incidencia y los daños de esta enfermedad.

En algunos ensayos realizados se ha comprobado que, la aplicación de “mulchings” con paja (añadir paja triturada cuando las plantas tienen dos hojas), reduce las poblaciones de trips y la incidencia de la enfermedad.

La aplicación de insecticidas contra trips parece proporcionar alguna supresión de la enfermedad cuando se aplica de forma temprana.
Por último, es importante indicar que cuando una planta está infectada por un virus, es imposible eliminarlo de la misma, puesto que no existen tratamientos curativos contra las virosis de los vegetales.

  • Ditylenchus dipsaci

Se le conoce comúnmente como “el nematodo de los bulbos”; es un nematodo endoparásito, es decir, realiza su ciclo biológico dentro de las plantas hospedadoras. El origen de la infección puede estar en el suelo o en las semillas del propio cultivo. Según observaciones del SEDAF (ITAP), la detección en el suelo puede llevarse a cabo después de un cultivo muy infectado, no siendo frecuente en otras condiciones.

Las parcelas infectadas presentan los siguientes síntomas: plantas con crecimiento irregular, hojas más pequeñas y enrolladas por debajo de la superficie del suelo, manchas oscuras a nivel de la base del tallo que en ocasiones se acompaña de deformaciones o hinchazones con alteraciones celulares (Figura 8), y malformaciones en las hojas; si la infestación es muy seria puede ocasionar la muerte de la planta. En el SEDAF (ITAP) se han detectado síntomas que han sido confundidos con el ataque de este nematodo (Figura 8).


Se ha observado que la humedad y las temperaturas medias favorecen la infestación por este nematodo, cuyo desarrollo y persistencia es también mayor en suelos arcillosos; asimismo, en este tipo de suelo los niveles de infección aumentan durante el verano y descienden durante el invierno.
Para el control de Ditylenchus dipsaci, deben tenerse en cuenta estas recomendaciones:

  1. Realizar rotaciones de cultivos con especies que no son hospedantes de este nematodo. La rotación con cultivos no susceptibles durante 4 años, asegura la no infestación en el siguiente cultivo de especies del género Allium; son especies no susceptibles y, por tanto, buenos precedentes, los cultivos de trigo, cebada, gramíneas forrajeras, patata, girasol, alfalfa, lechuga, col y pimiento. Durante los años de rotación es aconsejable eliminar las plantas espontáneas de cebolla o ajo, así como las malas hierbas. 
  2. Utilizar semillas o plántulas de trasplante no infectadas.
  3. La desinfección del suelo antes de la implantación del cultivo permite aumentar los rendimientos en suelos contaminados; sin embargo, no elimina completamente la población de Ditylenchus dipsaci, de modo que el terreno puede estar contaminado al final del cultivo. 
  4. En el Registro de Productos Fitosanitarios, contra nematodos y en cebolla aparecen algunos formulados registrados.


Consideraciones finales 

  • Los métodos de control deben llevarse a cabo en base a un diagnóstico claro y preciso. En el SEDAF (ITAP) se han detectado varios diagnósticos efectuados en campo de forma errónea.
  • Para un control satisfactorio, es importante una oportuna elección del momento de aplicación de los tratamientos.
  • En los tratamientos ?tosanitarios líquidos, es aconsejable la pulverización neumática o hidroneumática, así como la utilización de coadyuvantes (mojantes, adherentes).


Bibliografía

  • García Morató, M. 2003. Plagas, enfermedades y fisiopatías del cultivo de la cebolla en la Comunidad Valenciana. Conselleria de Agricultura, Pesca y Alimentación.
  • MAPAMA. 2017. Guía de gestión integrada de plagas. Liliáceas. Ministerio de Agricultura y pesca, Alimentación y Medio Ambiente.
  • Messiaen, C.M., Blancard, D., Rouxel, F., y Lafon, R. 1995. Enfermedades de las hortalizas. Madrid: Mundi-Prensa.
  • Schwartz, H. F. y Mohan, S. K. 2008. Compendium of onion and garlic diseases and pests. Second edition. The American Phytopathological Society.
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