El presidente de la
AEG, Juan Fernández, remarca que “la disponibilidad de producto en la época de
cosecha será lo que pueda marcar el precio y el suministro”. En este sentido,
el Consejo Internacional de Cereales (IGC) proyecta una cosecha mundial de
semillas de girasol de 56,9 millones de toneladas. “Esto no solo supondría un
aumento de alrededor del 5% respecto al año anterior, sino también 1,6 millones
de toneladas más de lo previsto anteriormente”, indica Fernández.
Un repaso por países
puede dar una idea más precisa de esta previsión. Según las informaciones
recabadas por la AEG, la superficie de semillas de girasol en Ucrania asciende
a 6,5 millones de hectáreas, lo que supondría un incremento del 8% respecto al
año anterior. Así, se estima una cosecha de 15,3 millones de toneladas, lo que
representa cerca de un 9% más que el año anterior, si bien este pronóstico
dependerá de la evolución del conflicto armado en el país, especialmente
después de que Rusia haya hecho efectiva su amenaza de no renovar el acuerdo
que garantizaba la salida de grano desde Ucrania a través del Mar Negro. “Se
trata de una decisión inesperada y será necesario esperar a la evolución de los
acontecimientos para conocer el impacto real sobre las exportaciones
ucranianas, si bien a fecha de hoy las previsiones de exportación de grano
ucraniano son optimistas”, puntualiza Fernández.
La producción rusa para
la campaña 2023/24 se espera que llegue a un máximo de 16,4 millones de
toneladas por segundo año consecutivo. De cumplirse la previsión, Rusia seguirá
siendo el mayor proveedor mundial de semillas de girasol.
En Rumanía se sembraron
1,25 millones de hectáreas y 700.000 en Bulgaria, “aunque no tenemos muchos
datos sobre el desarrollo del cultivo en estos países”, reconoce el presidente
de la AEG quien dice que, en todo caso, “ambas superficies muestran escasa
variación respecto a la media de años anteriores y en los dos casos son
mercados en los que el girasol alto oleico presenta baja implantación,
alrededor del 15%”.
Por su parte, Francia
continúa la tendencia de los últimos años, siendo el mayor país productor de
girasol alto oleico, con un 80% frente al 20% de girasol convencional alto
linoleico. “El país vecino sigue aumentando la superficie de girasol -se estima
una superficie cercana a 868.000 has. frente a las 855.000 de 2022- pero
además, en el aspecto agronómico la previsiones son favorables gracias a las abundantes
precipitaciones de los últimos meses”, explica Fernández.
Por el contrario,
Hungría viene de una campaña muy desfavorable en 2022 debido a la sequía,
aunque el 2023 comenzó con mejores condiciones hidrológicas, por lo que se
calculan unas 780.000 has. frente a las 715.000 de la pasada cosecha, con un
83% de girasol convencional alto linoleico.
Turquía también ha
tenido un buen inicio de campaña, con abundante precipitación, y se estima que
la superficie sembrada ronda las 600.000 has., de girasol alto linoleico en su
práctica totalidad.
En Argentina el girasol
lleva tres campañas consecutivas con incrementos de superficie. En la presente
campaña, la superficie de girasol en el país sudamericano podría llegar a 2,2
millones de has. y lograr una producción de cuatro millones de toneladas.
Por último, en España
la superficie de siembra de girasol en esta campaña se calcula en 740.000 has.
y se estima una producción de 890.000 toneladas a nivel nacional. Un 70% de la
superficie de girasol sembrada en Andalucía ha sido ya cosechado y a pesar de la
sequía, su producción media puede estimarse entre 800-900 kg/ha. siendo la calidad
del aceite superior a la campaña anterior 2021-2022.
“Estas cifras de
superficie sembrada y de previsión de producción, unidas a los buenos precios y
a una demanda mundial insatisfecha, anticipan una buena rentabilidad para el
girasol en todos los países productores, incluida España”, concluye el
presidente de la AEG.