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Un nuevo paradigma agrario

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ECONOMÍA

08/11/2023

4 minutos en leer

Aunque la agricultura y la ganadería no nacieran con la Humanidad, sí fue el factor esencial que desencadenó la conformación de nuestra actual ‘Humanidad’. Los paradigmas a lo largo de la historia han ido cambiando según las coyunturas sociales y los avances tecnológicos de cada época, y todo apunta a que el actual va hacerlo; es más, está haciéndolo con suma rapidez.

Nuestro actual paradigma está basado en fomentar el incremento de los rendimientos agrícolas y ganaderos, tanto como la tecnología nos lo permita, y ésta nos está proporcionando los medios suficientes para poder cumplir este objetivo. Abonos químicos, plaguicidas, alimentos especiales para el ganado, mejoras genéticas y un largo etcétera, que han posibilitado las cifras de rendimiento alcanzadas. Podemos, así, satisfacer de alimentos a poblaciones cada vez más numerosas y a precios más asequibles.

Pero las cosas no son tan sencillas, porque las Sociedades, con ‘s’ mayúscula, no solo avanzan en lo material, sino que evolucionan también en lo social y en lo ético. Y se hacen nuevas preguntas, como por ejemplo si es igual de sana una manzana producida con la aplicación de abonos y herbicidas que otra que se ha producido sin la aplicación de los mismos. Bueno, en principio igual de sanas, y seguramente es así, pero seguramente no es igual que seguro, y quien pueda pagarse lo seguro no elegirá lo de seguramente. A ello hay que añadir otras demandas éticas, tales como el bienestar animal y los condicionantes a las producciones agrarias por las demandas conservacionistas de carácter medio ambiental, que van abriendo camino a un nuevo paradigma.

Con estadísticas de la FAO y de EUROESTAT, la superficie destinada a producciones agroecológicas supone un 1,5% a nivel mundial, pero con una apuesta muy significativo de apoyo a los países menos desarrollados o con grandes masas campesinas con una agricultura y ganadera de mera subsistencia. Si un agricultor no tiene dinero para comprar fertilizantes, herbicidas ni plaguicidas, a la fuerza va a hacer producciones ecológicas, y este hecho tan básico ha llevado a la propia FAO a impulsar programas en sintonía con estas condiciones, y así están naciendo movimientos tan importantes como el desarrollado en el estado indio de Karnataka, que puede llevar a la India a que la mayoría de su producción sea ecológica.

En la UE, mundo al que pertenecemos, la agroecología lleva ya décadas desarrollándose pero con un nacimiento muy distinto del anterior, basándose en conocimientos científicos que van desde las feromonas a la utilización de plantas que repelen a las plagas o impiden el desarrollo de malas hierbas a chips que permiten conocer la ubicación y estado de un ganado que está pastoreando en libertad, pasando por un largo etcétera y ya el 8,5% de la superficie agraria total es ecológica, habiéndose incrementado en menos de una década sus producciones en un 46%. El nuevo paradigma ya está aquí. Y ahora, cada vez más, no nos plantearemos como elemento básico aumentar los rendimientos, sino en una transparencia de nuestros modos de producir que ponga de manifiesto la calidad de las producciones.

Afortunadamente, en esta cuestión esta vez estamos en una buena posición, somos más del 17% de la superficie agroecológica de la UE, prácticamente empatados con Francia e Italia; por otro lado, no nos debe de extrañar, dadas las superficies territoriales y sus condiciones climáticas. No obstante, contamos con sectores productivos, principalmente en ganadería, en donde los incrementos pueden ser espectaculares por nuestra forma de producir. El porcino ibérico, por ejemplo, muy ligado a la dehesa, con unos porcentajes de alimentación natural muy altos, o el ovino y caprino con tradiciones alimenticias ligadas al pastoreo y al aprovechamiento de las rastrojeras, e incluso el vacuno que pasta en nuestros prados naturales.

Es obvio que el sector agrario, sea cual sea su horizonte paradigmático, tiene que abastecer a las poblaciones de alimentos, y que en un marco de producciones agroecológicas mayoritario los rendimientos unitarios disminuirán, lo que obliga o a disponer de más tierra, difícil y complicado en la UE, o a movilizar esta de otra manera, la más plausible actualmente sería la intensificación del regadío y el incremento de los cultivos protegidos. En España, por ejemplo, la producción ecológica de los invernaderos es muy significativa.

Las distintas vías por las que se puede caminar para desarrollar las producciones ecológicas conlleva, fruto de la globalización, la presencia en el mercado de productos iguales o semejantes a precios muy diferentes, resultando a este respecto muy importante la convergencia de los marcos legislativos que regulen las producciones agroecológicas, procurando que se impida convertir estas en cautelas arancelarias.

El nuevo paradigma, como los anteriores, forzosamente ha de cumplir con su objetivo básico, “producir alimentos sanos para toda la población mundial”. Nunca los paradigmas han sido eternos, por ello resulta oportuno recordar algunos de figuras muy relevantes de la Humanidad. Berthelot (1827-1907), parisino, catedrático de química, cuyos avances en la síntesis de productos transformaron la química orgánica, miembro de las academias de las principales naciones europeas, político, cuatro veces ministro, ensayista, filósofo y hombre de exquisita sensibilidad, muere al lado de la cama de su esposa a la media hora de morir esta, ambos reposan en el Panteón de hombres ilustres de Francia. Pues bien, Berthelot nos dejó escrito su paradigma agrario. En él, habían desaparecido los agricultores y ganaderos. Y grandes complejos industriales suministraban alimentos. Las tierras de labor se transformaban en jardines edénicos. Cuesta creer que con tanto conocimiento y tanta sensibilidad pusiese como idílico un objetivo tan siniestro. Afortunadamente se equivocó, y las cosas parecen ir dirección muy distinta.

Al final, siempre estará presente la necesidad de alimentar una población que, aunque contenida en unas áreas geográficas, en otras crece desmesuradamente, lo que crea una situación que puede llegar a ser muy inquietante. Procuremos que Berthelot, que fue tantas cosas, no acabe además siendo profeta.

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