Los productos fitosanitarios constituyen un aliado imprescindible en cualquier tipo de agricultura ya que contribuyen a aumentar los rendimientos y ayudan a asegurar una buena calidad en los alimentos. Sin embargo, los legisladores europeos parecen más preocupados por reducir su uso aduciendo motivos medioambientales o de salud humana. Consecuentemente, la propuesta de Reglamento sobre Uso Sostenible de fitosanitarios planteaba, entre otros objetivos, la reducción en un 50% del uso de plaguicidas de síntesis para 2030. Tras la oleada de protestas de agricultores en toda Europa, la presidenta de la Comisión anunció la retirada de esta propuesta, rechazada previamente por el Parlamento y el Consejo.
Un control excesivo para un territorio demasiado amplio
Pedro Gallardo, agricultor y portavoz de agricultura del grupo popular en el Congreso, recuerda que, en el sur de Europa, además de la agricultura continental también tenemos agricultura mediterránea y subtropical, por lo que la lista de cultivos potencialmente afectados es mucho más amplia.
Por esta razón, cuando se presentó dicha propuesta de reglamento desde la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA) se advirtió del error de pretender regular la agricultura europea sin tener en cuenta su diversidad y variabilidad.
¿Es asumible el ritmo actual de reducción de productos fitosanitarios?
El desfase entre la tasa de supresión de sustancias activas y el desarrollo de otras alternativas puede provocar que el agricultor se quede sin soluciones y que empeore la situación fitosanitaria de muchos cultivos. Carlos Palomar confirma que “la caja de herramientas fitosanitarias de los agricultores es cada día más pequeña, lo cual dificulta poder gestionar de manera adecuada la sanidad de sus cultivos. No podrán hacer frente a las plagas, enfermedades y malas hierbas que los afectan, bien por falta de los medicamentos necesarios o por haber generado resistencias a las pocas materias activas autorizadas”.
Frente a las acusaciones de los sectores más ambientalistas, el sector no tiene problema en que se eliminen de la circulación determinadas sustancias activas, siempre y cuando se demuestre científicamente que ya no son adecuadas o no merece que la pena seguir utilizándolas.
La tendencia a reducir el uso de fitosanitarios ha conducido a que la producción integrada sea cada vez más habitual. Para José María Montull esta “puede ser muy eficaz si se plantea desde el inicio. Lo complicado es ser capaz de establecer medidas preventivas que pueden tener un coste elevado sin tener certeza de que la plaga vaya a aparecer”. Y es que como comenta Pedro Gallardo, “la agricultura no es una ciencia exacta, lo que vale para un año no vale para el año siguiente, por tanto, cuanto más amplia tengamos esa caja de herramientas será mejor”.
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