Cambio de paradigma en los mercados
Gracias a las certificaciones, está cambiando poco a poco el modo de trabajar de la cadena alimentaria. Cada vez son más las empresas que se preocupan por estos sellos de calidad, empujados también por la demanda de los consumidores. En ese sentido, Daniel Martínez (presidente de AECEC, Asociación Española de Comercio Exterior de Cereales) considera que “la concienciación y el compromiso dentro del sector de comercio y distribución de materias primas agroalimentarias es elevadísimo. Los distintos miembros de AECEC actúan en cada eslabón de la cadena para garantizar no solo los requisitos normativos, sino sus propios estándares, aún más estrictos, y los cuales, en su mayor parte, son además certificados por entidades y programas independientes”.
Un ejemplo de esa demanda de los consumidores es el incremento en el consumo de productos ecológicos. El mercado ecológico ha alcanzado los 3.000 millones de euros de facturación en España durante 2023, lo que representa un incremento del 6,2% respecto al año anterior, según datos del Informe anual sobre consumo y producción ecológicos, que publica Ecovalia. José Ángel Navarro, director de certificación de CAAE (Consejo Regulador de Agricultura Ecológica) sostiene que en España este crecimiento responde a que “durante los más de treinta años que llevan en vigor los sucesivos reglamentos sobre producción ecológica en Europa, la mayoría de industrias ecológicas han visto en la certificación una manera de diferenciar la calidad de sus productos, entendiendo que la certificación es la manera de confirmar la asunción de los compromisos relativos a la producción ecológica. La exigencia de los requisitos y un sistema de control riguroso son entendidos como la manera de avalar estas prácticas y haber hecho del orgánico europeo un sector que ofrece el estándar de mayor calidad dentro del sector agroalimentario”.
Certificaciones y normas de calidad que impulsan la industria
Las políticas comunitarias, en muchas ocasiones, no gozan de buena aceptación entre los agricultores porque las perciben como algo limitante. Sin embargo, en el caso de las certificaciones hay que darle la vuelta a la tortilla, porque el mensaje que transmiten los entes evaluadores que proporcionan seguridad y garantía de calidad. Antonio Alcázar, fundador de ZERYA Producciones sin Residuos, tiene claro que “Las certificaciones son una oportunidad para mostrar y valorar el esfuerzo que se está llevando a cabo por parte del sector productivo, pero es necesario que esos estándares miren hacia el campo y tengan en cuenta la realidad de la producción”.
Añade Pablo Sánchez Izquierdo, director de negocio de SGS (Société Générale de Surveillance), que “los sistemas de gestión de calidad juegan un papel esencial en el cumplimiento de los límites legales establecidos de residuos de pesticidas en España, y de esta forma poder obtener alguna de las distintas certificaciones voluntarias en materia de seguridad alimentaria. En estas certificaciones se observa y valora el cumplimiento de estos límites de residuos de plaguicidas. Estos sistemas garantizan que los procedimientos y prácticas de muestreo, análisis y reporte de residuos de pesticidas se realicen de manera consistente y confiable, asegurando así la precisión y validez de los resultados”.
En definitiva, de lo que se trata es de impulsar el sector agroalimentario mediante el desarrollo de nuevas tecnologías y métodos, de manera que podamos mejorar nuestras prácticas agrícolas, o la formación y transferencia de conocimientos.
Las certificaciones incentivan el cambio, mediante la adecuación a estándares de calidad. Son una palanca de progreso industrial.
¿Te interesa? Descárgate gratis el reportaje completo: