Esta tendencia demuestra que los agricultores están dirigiendo sus superficies a este tipo de cultivos, que se adaptan bien a una situación de escasez hídrica, pero maximizando su rendimiento para que sean más rentables. Ahí la sostenibilidad es pieza clave, de forma que una explotación en regadío de cultivos intensivos pueda ser compatible con la rentabilidad económica, el desarrollo social y la protección ambiental que se le exige al sector agrícola. “Un ejemplo es el agua. El agricultor opta por usar distintos tipos de sensores que le ayudará en la toma de decisiones consiguiendo un importante ahorro de agua gracias a aplicar un riego deficitario controlado, o incluso eligiendo variedades de menos vigor con menos necesidades hídricas”, señala Juan Carlos Cañasveras, director de Desarrollo de Negocio en BALAM Agriculture.
Coincide con ello Emilio Camacho, catedrático de Ingeniería Hidráulica y director del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba, quien subraya la importancia de que todas las decisiones se tomen siempre al amparo de un uso sostenible de los recursos, algo que permite la tecnología. “Permite eliminar incertidumbre, porque tomamos decisiones a partir de datos reales y objetivos.
Y eso favorece, a su vez, realizar un óptimo uso de los recursos porque se controla y gestiona mejor el riego, evitando hacer riegos excesivos que nos lleven a perder agua, aumentar la erosión o incrementar la contaminación difusa”, afirma. Y este panorama es especialmente importante ante el escenario que dibuja el cambio climático. La modernización de regadíos, la tecnificación y la digitalización facilitan el uso sostenible de todos los insumos necesarios, llevando la sostenibilidad ambiental de los cultivos. Y ahora se va a mejorar todavía más con la incorporación del uso de la inteligencia artificial, el big data y el telecontrol. Así lo vaticina Juan Valero de Palma, presidente de la Federación Nacional de Regantes (Fenacore), quien indica que “la modernización del regadío es la mejor herramienta para seguir produciendo alimentos de calidad con un uso más eficiente del agua. Conseguimos más producción con menos agua”.
La tecnología juega, por tanto, un papel esencial para realizar un uso eficiente de los recursos, tanto hídricos como nutricionales y fitosanitario, como es el telecontrol, el uso de sensores para evaluar la humedad o de big data para el análisis de parámetros de riego, la utilización de imágenes por satélites y por vuelo de drones, la aplicación de sistemas predictivos para saber cuándo realizar un tratamiento o comenzar la recolección o la Inteligencia Artificial. Son todas herramientas que ya se están aplicando en el sector agrario y hacen de los cultivos intensivos en regadío unos cultivos muy desarrollados desde el punto de vista tecnológico debido al gran tamaño de estas explotaciones.
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