China, India, Pakistán, EE. UU. y Brasil, de manera destacada, seguidos de una larga lista de países, están a la cabeza de este incremento. La obra hidráulica con mayúsculas se abre paso, con las amplias posibilidades que le dan los avances tecnológicos, para aunar el aprovechamiento energético, el incremento de la superficie de regadío y la prevención de catástrofes; la UE no destaca por su presencia en esta cuestión y nosotros menos aún.
Por principiante que se sea en los temas hidráulicos, imposible ignorar lo de que el caudal es igual a la sección por la velocidad y que las corrientes de agua buscan siempre las secciones adecuadas en su discurrir, normal o temporal. La falta de limpieza, por imperativo legal, de muchas de nuestras conducciones hidráulicas, la falta de adecuación de los cauces para prevenir avenidas, conduce en muchas ocasiones a una disminución de las secciones con consecuencias a veces desastrosas.
Las Confederaciones Hidrográficas son el organismo clave para la gobernanza esta cuestión. Regentadas por ingenieros, de caminos mayoritariamente, desempeñan un papel fundamental, y sería muy deseable que se mantuviesen totalmente alejadas de los avatares políticos, incluso posibilitando la manera de que sus presidentes tuviesen un carácter exclusivamente técnico.
Pero no solo hay que conservar y perfeccionar lo que tenemos, es que hay que hacer mucho más. El incremento de nuestra superficie regable es factible, el aprovechamiento integral de nuestras cuencas, amén de evitar o disminuir dramas, como el reciente de Valencia, que es lo más importante, pueden suponer una mejora notable en el aseguramiento del agua necesaria tanto para las zonas regables como para mantener nuestros humedales. Hoy es más necesario que nunca un Plan Hidrológico Nacional.
Normativa europea
Decía Tomas de Aquino, que ley era “el ordenamiento de la razón encaminado al bien de la comunidad”. Una parte muy considerable de la legislación medioambiental de la UE, que nada tiene que ver con el cambio climático, debe ser profundamente revisada, si queremos los europeos contar con una estrategia alimentaria que nos permita mantener las posiciones que ahora tenemos y evitar un futuro que se toca con las manos, en el que comer pueda resultar enormemente caro.
Aunque afortunadamente estemos lejos del delirante eurocentrismo de los siglos XIX y XX, aun conservamos actitudes que nos impiden actuar en términos de competitividad con países como la China, India o EE. UU. Con el marco legal de la UE, un proyecto como la desviación del río Brahmaputra, para conseguir el mayor complejo hidroeléctrico mundial, superando al también chino de las Tres Gargantas, no solo resultaría inviable sino, lo que es peor, impensable.
Urge la revisión de estas legislaciones, que impiden que una potencia como la UE, de 500 millones de habitantes, pueda encarar los retos del futuro con unos marcos legales que impulsen el desarrollo, incapaz de eliminar los que los lastran. Por supuesto, no se trata de vencer a unos pocos, sino más bien de convencer en lo posible a todos.
La composición del nuevo Parlamento de la UE, recientemente elegido y vigente hasta 1929, junto a la formación de la nueva Comisión, abren, por su diversidad y naturaleza, una oportunidad para impulsar una reforma de la legislación medioambiental de la UE, que posibilite, viabilice e impulse, los cambios necesarios en muchos países de la UE, y muy en particular en los mediterráneos. Singularmente para España, es esta una cuestión primordial.
Propiciemos una reforma cargada de RAZÓN, sustentada en la CIENCIA, de la que derive una norma que en DERECHO nos permita abordar una legislación hidráulica, que, resguardándonos en lo posible de los avatares naturales, nos permita asegurar el suministro y la competitividad de nuestros alimentos.