El almendro (Prunus dulcis) es un cultivo ampliamente distribuido a nivel mundial y de gran importancia económica.
España es el país con mayor superficie cultivada y el segundo en producción a nivel global, concentrándose principalmente en Andalucía, Comunidad Valenciana, Aragón, Murcia, Extremadura y Castilla-La Mancha.
Según las estimaciones del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA, 2024), la producción total de almendra en cáscara para la campaña 2024/2025 superará las 370.000 toneladas, lo que supone un incremento del 17,5% respecto a la campaña anterior.
En las últimas décadas, el cultivo del almendro ha experimentado un notable crecimiento, convirtiéndose en una alternativa a los frutales caducifolios, cereales y cítricos, especialmente en la mitad sur de España.
En estas zonas, las temperaturas más moderadas reducen el riesgo de heladas, lo que favorece el rendimiento del cultivo. Además, en las nuevas plantaciones se ha optado por una intensificación del cultivo implementándose nuevas técnicas de manejo como el riego y la fertilización por goteo, la introducción de variedades de floración tardía y autocompatibles, la mecanización de la poda y la cosecha, y la adopción de sistemas de plantación de alta densidad (intensivos y superintensivos o en seto).
Paralelamente, se está promoviendo un manejo más sostenible, con un creciente interés en la producción ecológica de almendra, que aporta un valor añadido al producto final (Antón-Domínguez y col., 2023).
Este nuevo escenario, sumado a la prohibición por normativa europea de la mayoría de las materias activas usadas habitualmente para el control de plagas y enfermedades y al impacto del cambio climático, ha favorecido el aumento de enfermedades en el cultivo. A ello se une la globalización del comercio de material vegetal que ha intensificado la dispersión de los patógenos, ocasionando importantes pérdidas productivas y económicas.
Entre las enfermedades fúngicas más relevantes del almendro destacan las enfermedades de la madera, como el decaimiento por Botryosphaeria (Gramaje y col., 2012). A continuación, se analiza su sintomatología, los agentes causales asociados, el ciclo biológico y las estrategias actuales y futuras para su control.
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