El director general de la Asociación Española de Industriales de Plásticos (ANAIP), Luis Cediel, lo tiene claro: su aplicación requerirá una adaptación forzada de las líneas de producción, así como el diseño de nuevos materiales, el aumento de costes logísticos y posibles problemas de conservación si no se encuentra una alternativa adecuada al plástico. “Estamos pendientes de que el Ministerio de Agricultura, tras consulta a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), publique el listado de frutas y verduras que quedan fuera de la prohibición de uso de envases plásticos para cantidades menores a un kilo y medio, para que no se deterioren”, afirma, a sabiendas de que, aunque el Real Decreto de Envases y Residuos de Envases publicado en España no señala solo a los plásticos, el Reglamento Europeo recientemente publicado sí prohíbe solo el envasado de este material. “Para el resto de productos, los productores y distribuidores tendrán que adaptarse, con el coste que eso conlleva, pero confiamos en que se encuentren soluciones que no pongan en riesgo la seguridad de los consumidores ni vayan en contra de la lucha contra el cambio climático”, apremia Luis Cediel.
Según explica, el sector defiende el uso de envases plásticos porque son “seguros, versátiles y evitan el desperdicio alimentario, en el que no solo se desechan los alimentos, sino también todos los recursos que se han empleado en su producción y distribución”, argumenta, sin olvidar el reglamento europeo de envases y residuos de envases, que trae muchos cambios que “van a suponer una nueva manera de hacer la compra, apostando por envases reutilizables”. “También para esos usos de larga vida útil, los plásticos son la mejor alternativa por su funcionalidad, versatilidad, ligereza y seguridad”.
¿Qué alternativas hay al plástico?
Según analiza, aunque muchas de las empresas asociadas desarrollan productos compostables, “no son sustitutos de los tradicionales, sino complementarios”.
Cediel centra su preocupación en las pequeñas y medianas empresas, porque son “las que más sufren” los cambios legislativos de calado. “Necesitan apoyo financiero y un entorno legal y económico estable” para adaptarse a medidas como el impuesto a los envases plásticos no reutilizables y las nuevas normativas europeas, que suponen una carga económica importante.
Para ello, ANAIP trabaja con las autoridades, manteniendo reuniones con los grupos políticos del Parlamento español y europeo, y exigiendo que “no se penalice a unos materiales por encima de otros” y que “las decisiones no se basen en prejuicios, sino en ciencia”. A este respecto, critica la falta de análisis de impacto en algunas medidas, como la obligación de que films de paletizado y flejes sean reutilizables en 2030, por el “impacto negativo” en sectores como el agrícola, entre otros.
El director reconoce que el riesgo de deslocalización de empresas “existe y es real”, y pide a las autoridades que entiendan que “hay que potenciar la industria española con un entorno estable”, advirtiendo de que la actual “hiperregulación” no ayuda a este objetivo. Por ello pide “una legislación armonizada en toda Europa para proteger la competitividad”.
Para él, los productos plásticos, “ya sean de un solo uso o reutilizables, nunca son un residuo, sino un recurso”. “Somos conscientes de que la gestión del fin de vida es el gran reto de nuestra industria y estamos trabajando con las autoridades y los recicladores impara que cada vez se recuperen más plásticos y lleguen menos a los vertederos. Según datos de la Estrategia de la Industria Española de los Plásticos, que presentamos en febrero junto con el Ministerio de Industria, en España ha aumentado un 85% la cantidad de plásticos reciclados desde 2015.
En concreto, en 2022 se reciclaron 1,1 millones de toneladas de plásticos. Somos un país referente en la industria del reciclaje de plásticos, estamos entre los cuatro países europeos con mayores índices de reciclado de envases y embalajes de plástico, somos el segundo país europeo con la mayor tasa de reciclaje y el primero de la UE en cuanto a capacidad de reciclado per cápita. Con esto no decimos que el trabajo esté hecho, queda mucho por hacer, pero creemos que vamos en el buen camino y es evidente el esfuerzo de nuestra industria por ser cada vez más circular y sostenible”.
ASEDAS
Del campo a la mesa es el lema de los agricultores, pero detrás hay un entramado logístico en el que el plástico ha supuesto una verdadera revolución para la distribución. “El plástico es imprescindible y necesario, no solo por logística, sino porque ha contribuido de forma decisiva a mejorar la distribución de la fruta y la verdura, alargando la vida útil de estos productos y, además, democratizando el acceso de los consumidores a una gran variedad de frutas y verduras que antes apenas se veían en los supermercados y que ahora están a un precio asequible”, explica la directora de Sostenibilidad de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), María Martínez-Herrera.
Es el caso, asegura, de los champiñones, las frambuesas, las fresas o los arándanos, productos muy frágiles que han encontrado en los envases de plástico una vía segura y mucho más económica para el comprador final. Lo mismo ocurre, añade, con las judías verdes, las zanahorias, la lechuga, las acelgas o las espinacas, que se oxidan rápidamente con el contacto con la atmósfera. “Envasadas duran mucho más, por lo que ayuda a reducir el desperdicio alimentario”, defiende; sin olvidar los productos de cuarta gama, que no solo se adaptan muy bien a la demanda actual, por comodidad, sino que también “son saludables”.
Los beneficios son, señala, notorios en zonas donde ha revolucionado el sector agrícola, como la huerta murciana o la de Huelva y Almería. “Lo cierto es que, técnicamente, no hay ningún material a día de hoy que pueda suplir las ventajas que da el plástico en este tipo de distribución”.
AIMPLAS
En un contexto regulatorio cada vez más exigente en sostenibilidad, el Instituto Tecnológico del Plástico (AIMPLAS) trabaja de forma activa en ofrecer soluciones que cumplan con los requisitos técnicos, normativos y medioambientales del sector del packaging. Según Irene Ríos, investigadora de AIMPLAS, uno de los principales retos es desarrollar materiales sostenibles que reduzcan el impacto ambiental, sin comprometer el rendimiento técnico. “Es fundamental desarrollar nuevos materiales que no solo sean más sostenibles, sino que, además, mejoren los requerimientos técnicos exigidos por el mercado”, afirma.
En esta línea, Ríos destaca los bioplásticos y biopolímeros avanzados, como los polímeros naturales, los envases reutilizables y reciclables, así como el uso de material reciclado.
AIMPLAS también investiga envases activos, capaces de alargar la vida útil de los alimentos, y envases inteligentes, que monitorizan parámetros como la temperatura o la frescura, aportando valor añadido en la cadena de distribución.
La eliminación de plásticos de un solo uso ha acelerado la búsqueda de alternativas, aunque plantea retos. “Ha sido un catalizador importante, pero también ha puesto de manifiesto la dificultad de mantener la seguridad y funcionalidad sin comprometer la sostenibilidad”, reconoce Ríos, con la mirada puesta en proteínas, polisacáridos y lípidos para desarrollar materiales biodegradables y compostables, aplicables como láminas o recubrimientos para frutas y hortalizas.
Sobre el papel de los bioplásticos, el centro tecnológico indica que “representan una alternativa novedosa especialmente en aplicaciones donde el reciclado mecánico no es viable, como productos muy contaminados o con estructuras complejas”. No obstante, subrayan que su adopción depende de “factores clave como el coste, el rendimiento técnico, la infraestructura de compostaje industrial disponible y la validación en contacto alimentario”.
En cuanto a reciclabilidad y economía circular, AIMPLAS advierte de que las empresas de distribución se enfrentan a “la complejidad de los materiales utilizados, la falta de estandarización en diseños y la creciente presión regulatoria”. Para abordar estos retos, desarrollan soluciones como “envases monomateriales, materiales reciclados de alto rendimiento y estructuras optimizadas para su separación y reciclado”, además de apoyar estrategias como la reutilización, el refill o los sistemas de depósito y retorno.
Para anticiparse a los cambios normativos, AIMPLAS mantiene una relación estrecha con el sector y las administraciones. “Participamos activamente en grupos de trabajo nacionales e internacionales donde se definen nuevas regulaciones”, explican, además de ofrecer “formación y asesoramiento técnico a empresas” y participar en proyectos de I+D “que tienen como objetivo validar tecnologías emergentes en condiciones reales”.
En definitiva, desde AIMPLAS consideran que “el futuro del plástico en el sector de frutas y verduras pasa por un equilibrio entre sostenibilidad, funcionalidad y seguridad alimentaria”.
Aunque el plástico sigue siendo difícil de sustituir por sus propiedades barrera, ligereza y coste, el enfoque, puntualiza, está cambiando hacia su uso más responsable mediante “envases reutilizables, reciclables y compostables”, así como la incorporación de materiales reciclados que conserven las prestaciones necesarias. La experta también augura un crecimiento en “envases activos e inteligentes que permitan alargar la vida útil del producto y mejorar la trazabilidad”, como vía para reducir el desperdicio alimentario.
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