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Fertilizantes orgánicos: auge actual y potencial futuro, economía circular y su papel estratégico en la agricultura regenerativa

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SANIDAD Y NUTRICIÓN

04/06/2025

5 minutos en leer

El siguiente artículo explora el uso de los fertilizantes orgánicos en Europa y sus beneficios tanto desde el punto de vista agronómico como para la mejora de la rentabilidad de los agricultores, la recuperación de la salud del suelo o la optimización del uso de recursos naturales. Acompañados de prácticas agrícolas complementarias, se integran en esquemas de economía circular, son un vehículo para la incorporación de innovaciones biológicas y se posicionan como un elemento clave en la agricultura regenerativa.

Marco europeo: contexto y evolución histórica de los últimos años 

En Europa, el uso de materias orgánicas procedentes de ganadería y agricultura e industria relacionada tiene, en general, una profunda tradición. Estas materias agrícolas compostadas y procesadas son la base de las enmiendas orgánicas, fertilizantes orgánicos y fertilizantes organominerales, en muchos casos enriquecidos en nutrientes con otros materiales orgánicos y/o fertilizantes minerales.

En los últimos años, diversos motivos han revalorizado su papel y seguirán influyendo en el gran crecimiento de su consumo: el impulso normativo hacia sistemas más sostenibles, junto con la necesidad de regenerar suelos, optimizar los insumos tradicionales, mejorar la rentabilidad del agricultor y adaptarse a las nuevas exigencias de sostenibilidad del mercado.

De esta forma, el mercado europeo (EU28) de fertilizantes orgánicos crecerá significativamente en los próximos años: de los aproximadamente 1,7 millones de toneladas registrados en 2022, podría superar los 2,5 millones de toneladas en 2030, con un incremento cercano al 60%. Basados en los precios históricos medios, una proyección del valor del mercado europeo de fertilizantes orgánicos podría situarse en 2030 entre 650 y 850 millones de euros.

Un dato clave es que, en Europa, más del 60% de las enmiendas orgánicas procesadas y de los fertilizantes orgánicos y organominerales se consume en agricultura convencional y no en agricultura ecológica, como parte del sector e incluso de la sociedad cree: El malentendido puede provenir en parte de que, en inglés, agricultura ecológica se dice “organic farming”, lo que invita a malinterpretar conceptos. 

Beneficios tradicionales: importancia cultural y agronómica 

Mas allá de las cifras totales del continente, en ciertas regiones, cultivos y sistemas de producción concretos, el uso de fertilizantes orgánicos forma parte del saber hacer agrícola tradicional, pues contribuyen de manera demostrada a la mejora de la fertilidad, incrementando la disponibilidad de nutrientes y el contenido de materia orgánica, lo cual mejora la capacidad de intercambio catiónico, favoreciendo la absorción de nutrientes.


Tomate de industria en primera fase de desarrollo tras trasplante, con fertilizante orgánico como parte del abonado de fondo

Además, mejoran la retención de agua en el suelo, aumentan la porosidad y la capacidad de retención hídrica, haciendo los suelos más resilientes frente a sequías. Su uso prolongado contribuye a mantener la productividad y salud de los suelos agrícolas.

Beneficios extras para los stakeholders agrícolas 

Más allá de los beneficios agronómicos directos, los fertilizantes orgánicos generan externalidades positivas que afectan a toda la cadena agrícola:

  • Mejora de la biodiversidad del suelo: Al favorecer el desarrollo de comunidades microbianas diversas y funcionales.
  • Captura de carbono: Los suelos enriquecidos con materia orgánica actúan como sumideros de carbono, contribuyendo a mitigar el cambio climático.
  • Incremento de la resiliencia de los cultivos: Plantas cultivadas en suelos sanos muestran una mayor resistencia a condiciones de estrés abiótico como sequía o salinidad.
  • Reducción de la aplicación de fertilizantes minerales: Permiten disminuir su consumo, reduciendo costes y la huella ambiental de las explotaciones agrícolas.

Estos beneficios se potencian aún más cuando se integran con prácticas agrícolas complementarias como el mínimo laboreo, la rotación de cultivos, el uso de cultivos de cobertura y una gestión más eficiente del agua. La combinación de estas estrategias crea sinergias que mejoran la salud del suelo, aumentan la eficiencia en el uso de recursos y refuerzan la resiliencia general del ecosistema agrícola.

Economía circular: materias primas y nuevas oportunidades 

Históricamente, la producción de fertilizantes orgánicos tiene en su esencia la valorización y recirculación de desechos agrícolas, ganaderos y de sus industrias asociadas, integrándose de forma natural en esquemas de economía circular orientados a devolver nutrientes al suelo y cerrar ciclos de materia y energía.

El Reglamento (UE) 2019/1009 ha sido un hito clave, estableciendo requisitos de calidad y seguridad para fertilizantes orgánicos a nivel comunitario y facilitando su circulación en el mercado único europeo.

Si ya hoy la cadena de producción se ha sofisticado sobre la base de compostaje controlado de estiércoles y restos vegetales y animales, mejorando la estabilización y calidad higiénica del producto con regulaciones estrictas respecto a las materias primas, de cara a un futuro inminente se perfilan nuevas materias primas emergentes y con alto potencial, procedentes de sectores como producción de biogás, que tiene como subproducto fundamental el digestato de segunda generación, con procesos mejorados de deshidratación y fraccionamiento de nutrientes; el Frass, o residuo sólido procedente de la cría de insectos, rico en nitrógeno y quitina, con beneficios adicionales para la microbiota del suelo o el Biochar enriquecido, obtenido por pirólisis de residuos vegetales, que mejora la retención de agua y carbono en el suelo, entre otros.

Fertilizantes orgánicos como vector de nuevas tecnologías biológicas 

Hoy en día, los fertilizantes orgánicos presentan también el potencial de ser un vehículo eficiente para la incorporación de innovaciones biológicas, como son:

  • Bioestimulantes: Sustancias como extractos de algas o ácidos húmicos que mejoran la eficiencia de uso de nutrientes y aumentan la resistencia a estreses ambientales.
  • Microorganismos beneficiosos: Bacterias fijadoras de nitrógeno, solubilizadoras de fósforo o productoras de fitohormonas que mejoran el desarrollo radicular y promueven un crecimiento sano del cultivo (Azospirillum, Bacillus subtilis, Rhizobium).
  • Micorrizas: Hongos simbióticos que amplían la superficie radicular efectiva de las plantas, mejorando la captación de fósforo y agua, y aumentando la tolerancia al estrés hídrico.

Estas tecnologías, cuando se incorporan a los fertilizantes orgánicos, potencian sus beneficios agronómicos, reducen la necesidad de insumos externos y favorecen una agricultura regenerativa basada en procesos naturales.

Rol de los fertilizantes orgánicos en agricultura regenerativa

La agricultura regenerativa se define como un enfoque de producción agrícola que no solo busca aumentar la producción y minimizar impactos negativos, sino regenerar los recursos naturales utilizados en la producción agrícola, priorizando la rentabilidad del agricultor al igual que el respeto a la naturaleza.

Aunque no existe una regulación específica en Europa, los principios básicos de distintas iniciativas incluyen tres objetivos comunes: mejora continua de la salud del suelo e incremento de la biodiversidad; captura de carbono y mejora de los ciclos hidrológicos.

La agricultura regenerativa cuenta con el impulso de agricultores pioneros, empresas privadas interesadas en cadenas de valor sostenibles, ONG ambientales, e iniciativas públicas que fomentan prácticas sostenibles. Si bien en Europa y América Latina, el concepto se expande progresivamente, con grandes empresas del sector agroalimentario que ya incorporan criterios regenerativos en sus cadenas de suministro con mayor o menor impacto, aunque aún no existe una legislación unificada que regule su práctica.

Incentivo económico para el agricultor dentro del marco regenerativo

Mas allá de la cosecha y calidad de la misma, para poder demostrar  el efecto positivo de los fertilizantes orgánicos acompañados de prácticas sostenibles y regenerativas, los sistemas de Medición, Reporte y Verificación (MRV) son críticos, ya que estos:

  • Permiten medir mejoras cualitativas y cuantitativas en indicadores como carbono en suelo, biodiversidad microbiana y eficiencia hídrica.
  • Facilitan certificaciones de sostenibilidad y permiten la participación en mercados de créditos de carbono.
  • Refuerzan la credibilidad ante consumidores y empresas comprometidas con la sostenibilidad.

Lo cual introduce el tema inevitable de la digitalización de los sistemas productivos: Sin un MRV riguroso, es casi imposible validar y monetizar los beneficios reales de la transición hacia prácticas regenerativas, de manera que el agricultor pueda reclamar un incentivo económico por sus actividades productivas, y no solo el valor de su cosecha.

Sin olvidar planes para eliminar barreras técnicas, aportando capacitación en prácticas regenerativas lo cual es hoy todavía limitada, así como lay barreras de financiación, que faciliten la transición con apoyo público y privado.

Conclusión

El uso consistente de fertilizantes orgánicos como complemento en el paquete de insumos no solo ayuda al agricultor a mejorar su rentabilidad, sino que ayuda a recuperar sus suelos y regenerar ecosistemas agrícolas; también son la puerta de entrada a una agricultura moderna, basada en la sostenibilidad, la innovación biológica y la valorización de los recursos naturales.

La integración de economía circular, nuevas biotecnologías y sistemas de verificación robustos los posiciona como un vector estratégico dentro de la agricultura regenerativa del futuro.

Si quiere contactar con el autor, linkedin.com/in/sergiogodoycasas

*Imagen de portada: fertilizante organomineral peletizado.

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