Una parte importante del fertilizante que se aplica en la agricultura no es realmente aprovechada por los cultivos y acaba impactando sobre el medio ambiente. Cuando aplicamos fertilizante, éste es convertido desde su forma química original (ureica, amoniacal o nítrica) a otras moléculas por la acción de diferentes organismos que habitan el suelo. La transformación del nitrógeno en el suelo da lugar a formas nitrogenadas que, por su naturaleza gaseosa (como en el caso de los óxidos de nitrógeno) o su baja adherencia a las partículas del suelo (como en el caso de los nitratos) se pierden al medioambiente.
En el presente artículo se evalúan los procesos de pérdidas por volatilización de amoniaco (NH3) y por emisión en forma de óxido nitroso (N2O). En la primera de ellas, la relevancia radica en la magnitud de las pérdidas que se dan por esta vía. En la segunda, en el efecto invernadero que produce la molécula de N2O.
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